La alimentación basada en plantas, es un patrón dietético que se está volviendo cada vez más popular, debido a que brinda una gran variedad de beneficios para la salud, como el disminuir el riesgo de desarrollar enfermedades crónicas, y, por otro lado, contribuye a la sostenibilidad del sistema de producción de alimentos, y tienen un impacto ambiental reducido (1,2).
El patrón de alimentación basado en plantas puede definirse de varias formas. Para algunas personas, puede significar consumir alimentos sólo de origen vegetal, como frutas, verduras, legumbres, semillas, y cereales integrales; mientras que, para otros, puede significar comer alimentos en su mayoría (pero no del todo) de origen vegetal, como por ejemplo, el consumir productos como lácteos y huevos (1).
La alimentación basada en plantas, se diferencia del veganismo y vegetarianismo, por la calidad de los alimentos. Ya que, en la alimentación basada en plantas, se prefiere el consumo de alimentos naturales, no refinados, o mínimamente procesados. Mientras que, en el patrón de alimentación vegana, se pueden consumir también productos ultra procesados, que pueden no ser del todo saludables (1,2).
En la actualidad, los nefrólogos (médicos especialistas en riñones) no suelen recomendar la alimentación basada en plantas a las personas con enfermedad renal crónica, ya que las consideran nutricionalmente inadecuadas, deficientes en aminoácidos esenciales (componentes de las proteínas) y peligrosas para los pacientes, por su alto contenido de potasio (nutriente a controlar en esta enfermedad) (3).
Sin embargo, estudios científicos de los últimos años, concluyen que una alimentación basada en plantas, variada y balanceada, puede ser nutricionalmente adecuada y beneficiosa para los pacientes renales, siendo poco probable que haya desnutrición o pérdida de proteínas (3).
Dentro de los beneficios de la alimentación basada en plantas en la enfermedad renal crónica se encuentran:
Sin embargo, uno de los efectos nocivos que puede tener la alimentación basada en plantas en la enfermedad renal, es la hiperpotasemia, es decir, la elevación de las concentraciones de potasio en sangre. La hiperpotasemia puede ser muy peligrosa, pues puede causar ataques cardíacos, e incluso la muerte. Es por esto, que es muy importante realizar una dieta basada en plantas, acompañado de un nutricionista especializado en el tema, para evitar este efecto (3,4).
En la enfermedad renal crónica, es común que las prescripciones dietéticas suelan excluir alimentos vegetales saludables como frutas, verduras, y cereales integrales de la dieta. Sin embargo, es probable que haya una ingesta limitada de componentes que protegen la salud, como la fibra dietética y los fitoquímicos. Además, está comprobado que estas restricciones aumentan el riesgo de una mala adherencia a la prescripción dietética, es decir, los pacientes no logran cumplir las indicaciones (5).
Por lo tanto, las investigaciones actuales indican que las dietas ricas en fuentes vegetales, protegen contra la progresión de la enfermedad, y disminuye el riesgo de mortalidad en personas con enfermedad renal crónica. Asimismo, la alimentación basada en plantas es capaz de modular la microbiota intestinal, brindando mejores resultados de salud en los pacientes renales.
A continuación, detallamos cada uno de los efectos beneficiosos de la alimentación basada en plantas, en la enfermedad renal crónica.
En las personas con enfermedad renal crónica, es común que haya disbiosis intestinal, es decir, una microbiota intestinal en desequilibrio, con una cantidad disminuida de bacterias benéficas para la salud, y por el contrario, con un aumento de bacterias productoras de toxinas (3).
Una dieta basada en plantas, la cual es alta en fibra, contribuye a mejorar la disbiosis intestinal y reducir el número de bacterias patógenas, en pacientes con enfermedad renal. Asimismo, la fibra consumida en este patrón de alimentación, contribuye a que se produzcan más ácidos grasos de cadena corta, sustancias que brindan energía a la microbiota intestinal, y protegen la barrera intestinal, impidiendo el paso de bacterias patógenas (3).
La hiperfosfatemia (tener elevado los niveles de fósforo en sangre), es un factor de riesgo en la enfermedad renal crónica, ya que puede incrementar el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, debilidad ósea, e incluso la muerte (3)
Sin embargo, actualmente se sabe que la biodisponibilidad de fósforo, varía según la fuente alimentaria. La biodisponibilidad se refiere, al grado y velocidad en la que un nutriente llega a la sangre (3).
Por ejemplo, el fósforo proveniente de alimentos de origen animal como lácteos, carnes, pescados y mariscos, tiene una tasa de absorción de 80%; mientras que, el fósforo proveniente de alimentos de origen vegetal, como legumbres, cereales, y verduras, tiene una tasa de absorción de máximo el 40%. Por lo tanto, los alimentos de origen vegetal pueden contribuir al control de los niveles de fósforo en sangre (3).
El estado de inflamación y el estrés oxidativo (exceso de radicales libres y déficit de antioxidantes para eliminarlas), son comunes en la enfermedad renal crónica, y estos se han asociado con la progresión de la enfermedad y mayor riesgo de complicaciones como la aterosclerosis, y enfermedades cardiovasculares (3).
Está demostrado, que las dietas ricas en frutas y verduras, como el patrón de alimentación vegano o la alimentación basada en plantas, están cargadas de vitaminas y antioxidantes, las cuales se asocian a disminuir el grado de inflamación (3).
Además, la fibra de los alimentos de origen vegetal, contribuye también a mejorar los marcadores de estrés oxidativo, reducir la inflamación, y disminuir el daño renal, en pacientes con enfermedad renal crónica (3).
El estreñimiento es muy común en las personas que tienen enfermedad renal crónica. Por lo tanto, una dieta alta en alimentos vegetales, ricos en fibra, contribuye a mejorar el movimiento intestinal y regular las evacuaciones (3).
Sin embargo, es importante mencionar que, en la enfermedad renal, los requerimientos diarios de fibra, varían entre 20 a 30 gramos/ día. Sin embargo, en los pacientes con tratamiento de diálisis, la National Kidney Foundation recomienda no exceder los 25 gramos/ día (3).
Así que no lo olvide, si tienes enfermedad renal crónica, o algún familiar o amigo que la padezca, puedes realizar una dieta basada en plantas, ya que esta puede contribuir a disminuir la progresión de la enfermedad. Sin embargo, es importante que este patrón de alimentación sea guiado por un nutricionista especializado, ya que si no se realiza de manera adecuada, pueden haber riesgos, como la elevación de los niveles de potasio en sangre.
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