En la búsqueda constante de métodos efectivos para mejorar la salud, disminuir de peso, y combatir diversas afecciones, la dieta cetogénica ha ganado popularidad en los últimos años. Este tipo de alimentación, muy bajo en alimentos con alto contenido de carbohidratos, se muestra como un tratamiento nutricional emergente para la obesidad grave y la diabetes tipo 2, ya que, según estudios, proporciona una pérdida de peso rápida y significativa.
Asimismo, otra de las áreas en las que ha surgido un interés significativo, es la posible relación de la dieta cetogénica y su relación con el hígado graso. El hígado graso, una afección en la que el hígado acumula grasa en exceso, y actualmente afecta al 25% de la población del mundo, cifra se encuentra en aumento constante, convirtiéndose en una preocupación de salud importante.
En este artículo, conoceremos la relación entre la dieta cetogénica y el hígado graso, los posibles beneficios que podría ofrecer este tipo de alimentación a la enfermedad del hígado graso, así como, algunas recomendaciones y precauciones a tomar en cuenta para realizar la dieta cetogénica, sin afectar la salud del hígado.
En Gundo, ya hemos hablado anteriormente sobre este método de alimentación, pero hagamos un breve repaso. La dieta cetogénica, comúnmente conocida como “keto”, es un enfoque dietético que se caracteriza por la reducción drástica de la ingesta de alimentos con alto contenido de carbohidratos, y el aumento de la ingesta de alimentos altos en grasas saludables.
El objetivo principal de este tipo de alimentación, es inducir un estado metabólico llamado cetosis, en el cual, el cuerpo utiliza la grasa corporal como fuente principal de energía, en lugar de la glucosa, proveniente de los carbohidratos. Esto se logra, al reducir la glucosa en sangre y aumentar la producción de cuerpos cetónicos, los cuales son compuestos que se sintetizan a partir de la grasa, para compensar la falta de energía.
En una dieta cetogénica típica, los carbohidratos constituyen aproximadamente el 5 al 10% de la ingesta calórica diaria, mientras que las grasas representan aproximadamente el 70 a 75%, y las proteínas completan el resto del requerimiento, con aproximadamente 15 a 20%. Sin embargo, recordemos que esta proporción de macronutrientes, puede variar según las necesidades individuales y los objetivos de salud de cada persona.
Pero, ¿Cómo puede estar asociado el hígado graso a la dieta cetogénica, si esta induce la oxidación de grasa corporal?
Empecemos recordando en qué consiste la enfermedad del hígado graso. El hígado graso, es una afección en la que el hígado acumula grasa en exceso. La forma más común es el hígado graso no alcohólico, y está relacionado a los hábitos alimentarios y estilo de vida, ya que, un consumo excesivo de azúcar, grasas saturadas, y grasas trans, provenientes sobre todo de comida rápida y productos ultra procesados, podrían contribuir al desarrollo de esta enfermedad
El hígado graso, es considerado como una enfermedad silenciosa, ya que pocas veces se presentan síntomas. Sin embargo, si la enfermedad no es tratada a tiempo, puede progresar a una etapa más grave llamada esteatohepatitis hepática, que se caracteriza por inflamación hepática y fibrosis. Además, si esto no se maneja adecuadamente, puede llevar a cirrosis hepática y problemas de salud graves.
La investigación sobre la relación entre la dieta cetogénica y el hígado graso aún está en sus primeras etapas, pero hay evidencia que sugiere que la cetosis puede tener efectos beneficiosos en la salud hepática.
Sin embargo, si una dieta cetogénica no se lleva a cabo adecuadamente y de la mano de un profesional de la salud, podría existir el riesgo de aumentar las probabilidades de desarrollar hígado graso.
A continuación, te mostramos los posibles beneficios indicados en las investigaciones científicas más recientes, así como, los posibles efectos adversos que podría tener la dieta cetogénica en el hígado graso.
Si bien la investigación en humanos es limitada, y las investigaciones todavía se encuentran en curso, la dieta cetogénica podría ser una opción de tratamiento a corto plazo, en el manejo del hígado graso. Algunos de los beneficios potenciales incluyen:
La dieta cetogénica a menudo conduce a una pérdida de peso significativa, lo cual es beneficioso para las personas con hígado graso, ya que el perder peso y grasa corporal, es parte del tratamiento médico y nutricional de las personas con hígado graso.
Según la evidencia científica, además de utilizar la masa grasa como fuente de energía, provocando que la grasa se oxide (o se “queme” como se le llama comúnmente), los cuerpos cetónicos, sustancias producidas cuando se realiza la dieta cetogénica, inducen a la saciedad, lo que conduce a la vez, a una limitación de la ingesta total de calorías y facilita la pérdida de peso.
La dieta cetogénica puede mejorar los niveles de glucosa e insulina en sangre, lo que es crucial para las personas con hígado graso. Esto se debe, al bajo consumo de alimentos altos en carbohidratos en la dieta cetogénica, los cuales normalmente, nos brindan la principal fuente de energía para nuestro cuerpo, la glucosa.
Al consumir una mínima cantidad de carbohidratos, los niveles de glucosa en sangre disminuyen, al igual que la insulina, la cual es la hormona que permite que la glucosa ingrese a las células de todo nuestro cuerpo, para ser usada como energía.
La disminución de los niveles de glucosa e insulina en sangre, es beneficiosa para los pacientes con hígado graso, ya que el exceso de grasa hepática, está relacionado a la resistencia a la insulina y la diabetes, es decir, las personas con hígado graso tienen un mayor riesgo de desarrollar estas enfermedades.
Algunos estudios científicos mencionan, que la cetosis puede ayudar a reducir la grasa intrahepática, es decir, la grasa acumulada en el hígado. Sin embargo, la mayoría de estudios en las que se concluye esto, proviene de muestras en donde se realizó la dieta cetogénica, y a la vez, una dieta hipocalórica.
Asimismo, otros estudios afirman que la grasa intrahepática se reduce paralelamente a la pérdida de peso y grasa corporal. Asimismo, mencionan que esta reducción de grasa en el hígado, es debido a que en la dieta cetogénica hay una menor producción de grasa, mediante la lipogénesis de novo, vía metabólica por la cual el exceso de carbohidratos provenientes de la dieta, se almacenan como grasa en nuestro cuerpo.
Se ha sugerido que la dieta cetogénica puede tener propiedades antiinflamatorias, lo que podría beneficiar a las personas con hígado graso. La dieta cetogénica, se ha relacionado a la disminución de inflamasomas, los cuales son sistemas de señalización en nuestro cuerpo que activan las citocinas proinflamatorias (las citocinas son proteínas que regulan la función de las células, y envían señales a nuestro sistema inmunológico), asociadas a la obesidad y a la diabetes tipo 2.
La respuesta es Sí, aunque suene contradictorio luego de haber comentado los posibles beneficios de la dieta cetogénica en el hígado graso, la dieta cetogénica podría también incrementar el riesgo de desarrollar hígado graso.
Esto debido principalmente, a la calidad de los alimentos altos en grasa en la dieta cetogénica, ya que, actualmente, al ser una dieta “de moda”, se inicia este tipo de alimentación con una guía general de una lista de alimentos altos en grasa, o dietas y patrones obtenidos de internet.
Sin embargo, recordemos que existen diferentes tipos de grasa en los alimentos, y no todas nos pueden brindar beneficios para la salud. Por un lado, las grasas saturadas y las grasas trans, están asociadas a un mayor riesgo de desarrollar hígado graso, colesterol elevado, y mayor riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares. Este tipo de grasas se encuentran normalmente en embutidos y carnes curadas, lácteos altos en grasa, salsas como mayonesa, comida rápida, productos ultra procesados y congelados o listos para preparar.
Mientras que, las grasas insaturadas, tienen efectos beneficiosos para el funcionamiento de nuestro sistema, protegen nuestro corazón, brindan beneficios a la microbiota intestinal, mantienen los niveles óptimos de colesterol y triglicéridos, y disminuyen el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares. Este tipo de grasas las podemos encontrar en alimentos de origen vegetal como el aceite de oliva, los frutos secos, el aguacate, las semillas como chía y linaza, y en pescado grasos como el salmón, trucha y sardinas.
Por lo tanto, antes de embarcarse en una dieta cetogénica, es esencial consultar a un profesional de la salud y seguir sus recomendaciones, especialmente si se tiene una condición médica preexistente.
A pesar de los posibles beneficios, la dieta cetogénica no es adecuada para todos y debe abordarse con precaución. Algunas consideraciones y precauciones incluyen:
No todos los individuos responden de la misma manera a la dieta cetogénica, es importante adaptarla a las necesidades y objetivos personales. Por lo tanto, acudir a un nutricionista te permitirá tener un plan de alimentación de acuerdo a tus necesidades específicas, y a la vez, te recomendará alimentos altos en grasas saludables.
La dieta cetogénica puede tener efectos secundarios y requerir ajustes en la medicación, especialmente para personas con diabetes. Por lo tanto, es necesario que tu médico trabaje de la mano con tu nutricionista, para brindarte el tratamiento más adecuado.
La dieta cetogénica no debe considerarse un reemplazo del tratamiento médico convencional para el hígado graso. Debe utilizarse como parte de un enfoque integral de atención médica.
Según estudios científicos, la dieta cetogénica no debe realizarse por un periodo de tiempo prolongado, sino como parte de un tratamiento en un tiempo determinado. Recordemos que, la dieta cetogénica, puede causar algunos síntomas molestos, y no es un tipo de alimentación que pueda ser sostenible en el tiempo.
Incluso, se ha visto que las personas que realizan dietas cetogénicas por un periodo prolongado, pueden incrementar de peso, por el llamado “efecto rebote”, el cual es una adaptación metabólica de nuestro cuerpo, en respuesta a una restricción de nutrientes, en este caso, a los carbohidratos.
En resumen, la dieta cetogénica ha emergido como un enfoque nutricional efectivo para abordar la obesidad grave y la diabetes tipo 2, ofreciendo beneficios como la pérdida de peso, mejoras en los marcadores metabólicos y reducción de la inflamación. Sin embargo, su relación con el hígado graso es un tema complejo.
Si se lleva a cabo adecuadamente y bajo supervisión médica, la dieta cetogénica podría tener efectos positivos en la salud hepática, incluyendo la reducción de grasa en el hígado. Sin embargo, su implementación inadecuada, con un enfoque en grasas saturadas y trans, puede aumentar el riesgo de desarrollar hígado graso. Es esencial consultar a un profesional de la salud antes de embarcarse en una dieta cetogénica y seguir recomendaciones específicas.
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Licenciada en Nutrición y dietética
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