La Dieta Keto parece ser la respuesta para quienes buscan una pérdida de peso y un estilo de vida saludable. Y hasta se ha expandido como la solución a patologías como: enfermedad cardiovascular, cáncer, dislipemias. Incluso, muchos profesionales la recomiendan para deportistas. Pero, ¿esto es realmente adecuado?
Primero, una breve introducción para entender cómo surge esta dieta: a principios del siglo XX se comenzó a tratar la epilepsia con métodos de ayuno, es decir, con restricción de alimentos por varias horas al día y se vio que tenía resultados beneficiosos (1).
En la década de 1920, se descubrió que este efecto se debía en realidad a la producción corporal de cuerpos cetónicos, unos compuestos de origen graso que se generan ante la restricción de carbohidratos de la dieta. Debido a este hallazgo, se comenzó a implementar la Dieta Keto para tratar a la epilepsia, debido a su característica restricción de carbohidratos (1).
Con el paso del tiempo, se comenzó a utilizar como tratamiento de otras enfermedades neurológicas como Alzheimer y Parkinson. Sin embargo, muchos piensan que la Dieta Keto es adecuada para todas las personas. Y esto, es realmente un concepto erróneo (1).
Este tipo de dieta imita el estado de ayuno, empujando al organismo a producir cuerpos cetónicos (producidos a partir de grasa) para compensar la falta de energía proveniente de los carbohidratos (glucosa) (2).
En otras palabras, la principal fuente de energía del cuerpo son normalmente los carbohidratos (glucosa). Cuando el aporte de carbohidratos provenientes de la dieta es menor a 50 g al día, el organismo entra en un estado catabólico (interpreta que hay falta de energía), las reservas de glucosa se agotan, y el organismo se ve forzado a alterar el metabolismo, produciendo nueva glucosa a partir de aminoácidos de las proteínas (proceso llamado “gluconeogénesis), y cuerpos cetónicos a partir de grasas (proceso llamado “cetogénesis”) (2).
Los principales alimentos consumidos en la Dieta Keto son, entonces, altos en grasas y bajos en carbohidratos: carnes rojas, jamón, salchichas, tocino, pavo, pollo, pescados grasos como atún, salmón y caballa, huevos, manteca, crema, vegetales altos en grasa como palta o aguacate y aceitunas, vegetales bajos en carbohidratos como el brócoli, la lechuga, la espinaca, frutas como el coco, aceites vegetales y en menor medida frutos secos y frutas frescas.
Aquellos alimentos altos en carbohidratos como el arroz, la quinoa y las legumbres, se consumen en cantidades y frecuencias muy restrictivas. Además, deja excluidas a las harinas provenientes de granos.
Por su parte, las Dietas Low Carb aportan 55-60% de grasas, 15-20% de proteínas y 15-20% de carbohidratos. En cambio, la Dieta Keto o Cetogénica aporta más grasas y menos carbohidratos: 75-80% grasas, 15-20% proteínas y 5% o menos de carbohidratos, siendo más restrictiva, con el objetivo de entrar en estado de cetogénesis. Para que una dieta sea considerada cetogénica, debe aportar entre 30 a 50 g de carbohidratos al día, aunque el punto en que cada organismo entra en estado de cetogénesis es relativo.
En cambio, los alimentos de origen animal, como los huevos, la manteca, los quesos y las carnes, no aportan hidratos de carbono en cantidades significativas.
Además, un beneficio extra que suma este subtipo de dieta keto, es el menor riesgo de desarrollar enfermedades, debido a su proporción de proteínas vegetales (3).
Lo cierto es que la evidencia científica disponible sólo relata beneficios a lo largo de 2 años como máximo, pero no existe evidencia contundente a largo plazo (3).
Se ha relacionado a la Dieta Keto con mejoras en el tratamiento del cáncer, enfermedades neurológicas, algunos casos de diabetes, así como para el descenso de peso.
Algunos posibles beneficios que se han visto en general y a corto plazo son:
Se debe tener en cuenta que para el caso de la diabetes, es controversial, ya que por un lado puede ser beneficioso el bajo consumo de carbohidratos para el control de la glucosa sanguínea. Pero, por otro lado, el elevado consumo de grasas puede contribuir a elevar el riesgo de enfermedades asociadas a la diabetes: problemas cardiovasculares (ACV, insuficiencia cardiaca) y problemas renales (insuficiencia renal) (5).
La información acerca de la Dieta Keto como tratamiento para el cáncer también es controversial y no debe tomarse como evidencia segura (5).
Algunos efectos adversos a corto plazo, englobados bajo el término “cetogripe” o “gripe cetogénica”, son:
Esto tiene lógica, ya que el cuerpo entra en un estado cetogénico, que no es por default en el que se encuentra y debe realizar un esfuerzo para modificar el metabolismo.
Por otro lado, si esta dieta no se realiza en compañía de un profesional idóneo, los efectos adversos a largo plazo pueden ser:
Otro posible efecto adverso es la recuperación del peso luego de terminada la Dieta, e incluso, en algunos casos, un aumento mayor del peso que se tenía al comenzarla (2).
Hay que tener en cuenta que parte del descenso de peso presentado en este tipo de dietas, se debe a la pérdida de agua corporal, ya que la glucosa acumula agua al depositarse en forma de glucógeno. Entonces, al haber déficit de carbohidratos, este proceso ocurre en mucha menor medida. Cuando se retoma el consumo de carbohidratos, hay posibilidad de “rebote”, ya que el cuerpo vuelve a acumular ese contenido de agua necesario para funcionar adecuadamente (2).
Por otro lado, la principal limitación de la Dieta Keto, relatada en prácticamente toda la evidencia científica actual, es la dificultad para sostenerla en el tiempo. Este concepto en nutrición se denomina “adherencia” y es uno de los principales parámetros a tener en cuenta para definir a una dieta o patrón de alimentación como exitoso. Ya que, si practicamos una dieta por un periodo de tiempo, pero no puede sostenerse, cabe preguntarse: ¿es realmente útil? (3,4).
Su baja adherencia se debe a que su restricción es demasiado alta, sobre todo de alimentos altamente consumidos a nivel masivo, de los cuales existe un exceso de disponibilidad en el mercado y que conforman parte de la cultura alimentaria de muchos países del mundo (3,4).
Otro posible efecto controversial relatado en la evidencia científica, es la posible alteración de la microbiota intestinal (conjunto de bacterias que viven en el aparato digestivo) (6). Entonces, si estas practicando esta dieta, además de realizarlo con acompañamiento profesional, te recomendamos:
Los casos en que no se recomienda la Dieta Keto son:
Depende de cada caso y del tiempo que se lleve a cabo. Esto debe ser evaluado por un nutricionista, evaluando cada caso.
Para la disminución de peso puede ser útil, pero hay que considerar que puede haber efecto rebote luego de pasado un tiempo, además de ser insostenible a largo plazo (2,3,4).
Por otro lado, para casos de enfermedades neurológicas es una dieta recomendable, siempre que se realice bajo supervisión nutricional y médica. En estos casos debe cuidarse el aporte de proteínas, ya que existe riesgo de pérdida de masa muscular (1,2,4).
Por último, no es aconsejable para los casos nombrados en la última lista, ni como estilo de vida sostenible en el tiempo (7).
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