El síndrome de intestino irritable, también conocido como síndrome de colon irritable, es un desorden gastrointestinal, caracterizado por hábitos intestinales alterados, que se asocia a malestar o dolor intestinal en ausencia a cambios estructurales o bioquímicos. Se puede describir como una condición de hipersensibilidad visceral y trastornos motores gastrointestinales, con cambios en la frecuencia y consistencia de las heces (1). La causa del síndrome de intestino irritable es multifactorial, incluyendo ansiedad y estrés, alimentos desencadenantes, comidas excesivas, e infecciones (2,3). Se estima que alrededor del 15% de la población y posiblemente más personas presentan el síndrome de colon irritable. Tiene mayor incidencia en mujeres y sus mayores manifestaciones son en la adultez temprana (4).
No existe un “test de intestino irritable” o un examen específico, el diagnóstico únicamente lo puede hacer un doctor por medio de síntomas descritos por el paciente y pruebas que descarten que los síntomas sean ocasionados por otras patologías. Los síntomas incluyen dolor abdominal recurrente, hinchazón abdominal, embotamiento, dolor al defecar, cambio en frecuencia o consistencia de las heces, y fatiga (1). El criterio diagnóstico descrito por ROMA IV, determina que se tiene que tener dolor abdominal recurrente de al menos 1 día por semana durante los últimos 3 meses y mínimo dos de los siguientes criterios: problema relacionado a la defecación, cambio en la frecuencia de las heces o, cambio en la forma de las heces. Los síntomas deben de haber iniciado al menos 6 meses antes, y, el cumplimiento de los criterios 3 meses antes (5).
Existen cuatro tipos de síndrome de intestino irritable descritos por los criterios ROMA IV:
Algo que tienen todos los tipos tienen en común, es que el dolor siempre está presente y que los síntomas mejoran al defecar, asimismo, los síntomas gastrointestinales aumentan después de comer y en situaciones de estrés (1, 3, 5).
El tratamiento del intestino irritable, tiene como fin aliviar síntomas para mejorar la calidad de vida, ya que, no tiene cura. Este tratamiento, es tanto farmacológico como no farmacológico; incluyendo cambios en el estilo de vida, como mejorar la actividad física, el sueño, la dieta y disminuir el estrés. Así como, en cuanto a la dieta, se recomienda incluir comidas pequeñas con más frecuencia, evitar alimentos que producen gases, como frijoles, rábano y coles, reducir la cantidad de lácteos, limitar cafeína, y reducir la ingesta de grasa, especialmente frituras. En caso los síntomas no mejoren con estos cambios, el doctor o la nutricionista pueden recomendar una dieta baja en FODMAPs (6).
La intolerancia a diferentes alimentos son generalmente el factor desencadenante de síntomas en el síndrome de intestino irritable; principalmente alimentos altos en FODMAPs. La palabra FODMAPs se deriva de las siglas en inglés Fermentable Oligosaccharides, Disaccharides, Monosaccharides and Polyols, que en español se traduce a oligosacáridos, disacáridos, monosacáridos y polioles fermentables (4). La característica de los FODMAPs que causa la sintomatología, es que estos son carbohidratos que no se absorben fácilmente en el intestino delgado (donde deberían ser absorbidos principalmente); por lo que rápidamente son fermentados en el colon como mecanismo secundario de absorción. La fermentación produce dilatación del colon, aumento en la producción de gas y de agua que puede causar hinchazón, embotamiento, dolor y cambios en las heces. Sin embargo, no todos los FODMAPs afectan a todos las personas, por lo que es importante determinar cuales son los alimentos desencadenantes de síntomas (7, 8).
Una dieta baja en FODMAPs puede ser muy limitante, por lo que se recomienda hacer la dieta baja en FODMAPs por un periodo corto de tiempo con ayuda de un especialista, mientras se encuentra que alimentos específicos son los desencadenantes de síntomas para cada persona. Una vez se hayan identificado los alimentos desencadenantes de síntomas, el paciente podrá volver a comer una dieta normal incluso alta en FODMAPs, sin sentir intensificación de los síntomas, siempre que los alimentos desencadenantes sean eliminados de la dieta. Esta dieta sólo se recomienda en personas que hayan sido diagnosticadas con síndrome de intestino irritable por el médico. Es importante mencionar, que la dieta baja en FODMAPs no es la única alternativa de tratamiento, ya que, no todos los pacientes tienen intolerancia a FODMAPs, aunque es lo más común (4).
Los primeros FODMAPs son los oligosacáridos que se dividen en los grupos de los fructanos y galactanos. Los fructanos pueden estar presentes en productos industriales en forma de aditivos o en frutas y vegetales como las alcachofas, espárragos, ajo, brócoli, repollo, legumbres, melocotón, sandía, entre otros. Los galactanos se derivan de la galactosa que solo se pueden encontrar de forma natural en las legumbres, coles y nueces.
Los disacáridos son productos lácteos, entre más procesado esté el producto como el caso del queso Brie tienen menos lácteos y así mismo causan menos síntomas. En cuanto a los monosacáridos el principal FODMAPs es la fructosa que se puede encontrar en vegetales y frutas como la manzana y la pera; además se puede encontrar en aditivos dietéticos o en el jarabe de maíz alto en fructosa que es un producto de uso común en la industria. Por último están los polioles que incluye sorbitol y manitol. El sorbitol está presente en manzanas, aguacate, cerezas, peras, ciruelas, pasas, alimentos procesados especialmente aquellos sin azúcar como chicles sin azúcares añadidos. El manitol se encuentra en la coliflor y los champiñones. Es importante saber que un alimento puede tener más de un componente de FODMAPs (9).
La única manera de evaluar la efectividad del tratamiento es por medio de una comparación de síntomas, dolor, distensión abdominal, características de heces y calidad de vida durante diferentes fechas. La herramienta utilizada puede ser el IBS Severity Score que se puede observar en la imagen (10).
Imagen obtenida: Diagnosis and Management of IBS in Adults (10)
En conclusión, el Síndrome de Intestino Irritable, es un trastorno gastrointestinal que se caracteriza por presentar síntomas en el sistema digestivo, y sobre todo, cambios en la frecuencia y consistencia de las heces. Por otro lado, la dieta baja en FODMAPs es un tratamiento que contribuye a disminuir los síntomas y mejorar la calidad de vida de los pacientes, sin embargo, no se recomienda en todos los casos, ni por un periodo largo de tiempo.
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