¿Qué es el SIBO?
El Síndrome de Sobrecrecimiento Bacteriano o SIBO, por sus siglas en inglés (“Small intestinal bacterial overgrowth”) se define como la presencia de una cantidad excesiva de bacterias en el intestino delgado, lo que provoca síntomas principalmente gastrointestinales, disminuyendo la calidad de vida de las personas. El SIBO es una afección cada vez más común, aunque no tan reconocida, debido a su difícil diagnóstico.
Además de superar la cantidad de bacterias esperable en el intestino delgado, que es de 10 3 formadoras de colonias por mililitro, el tipo de bacterias también es una característica llamativa. En muchos casos, se encuentran bacterias típicas del colon (intestino grueso) en el intestino delgado. Entonces, además de la cantidad anormal de bacterias, es el tipo de microorganismos lo que caracteriza al SIBO (1).
En este artículo aprenderás…
- Qué es el SIBO
- Síntomas y factores que predisponen a tener SIBO
- Métodos de diagnóstico del SIBO
- Qué estrategias existen para tratar el SIBO
- Relación entre SIBO y estilo de vida
Síntomas del SIBO
Los síntomas más comunes, aunque inespecíficos, son:
- Diarrea
- Constipación
- Hinchazón abdominal
- Gases excesivos y eructos
- Dolor y calambres abdominales
- Náuseas
Estos se presentan en una proporción de dos tercios de los pacientes con SIBO.
También se han visto síntomas neurológicos como…
- Confusión mental
- Dificultad para concentrarse
- Dificultad para hablar (1)
¿Cómo se realiza el diagnóstico del SIBO?
Para detectar el SIBO (Síndrome de Intestino Delgado con Sobrecimiento Bacteriano), hay dos formas principales:
- Cultivo del Intestino Delgado: Es una prueba en la que se toma una muestra del intestino delgado para ver si hay demasiadas bacterias. Se usa un tubo especial y se envía la muestra a un laboratorio. Si hay más de un cierto número de bacterias (≥10^3 ufc/ml), se considera un resultado positivo. Esta prueba puede resultar bastante invasiva.
- Pruebas de Aliento: Antes de hacer esta prueba, es importante seguir algunas recomendaciones. Los pacientes deben evitar tomar antibióticos durante un tiempo y ciertos medicamentos antes de la prueba. También deben evitar alimentos fermentables y no comer durante un período antes de la prueba. Durante la prueba, se administra glucosa o lactulosa (azúcares) con agua y se miden las concentraciones de hidrógeno, metano y dióxido de carbono en el aliento. Si los niveles de metano e hidrógeno son altos, se confirma el diagnóstico de SIBO.
Sin embargo, las pruebas pueden tener fallas. La prueba de lactulosa en el aliento es más sensible pero puede dar falsos positivos, debido a la fermentación de azúcares de los alimentos en el colon. La prueba de glucosa en el aliento es específica pero poco sensible, siendo posible que de resultado negativo sin serlo. Por lo tanto, es importante que un profesional evalúe la condición globalmente, junto con los síntomas, dieta, hábitos de vida, factores predisponentes, y pruebas diagnósticas, descartando otros posibles trastornos intestinales (1).
¿Qué condiciones se ven asociadas al SIBO?
Algunos factores predisponentes son:
- Sexo femenino
- Obesidad
- Sindrome intestino irritable
- Divertículos intestinales
- Enfermedad inflamatoria intestinal
- Trastorno de la motilidad intestinal o dismotilidad (hace referencia al movimiento normal del intestino)
- Cirugías en que se remueve una parte del intestino o estómago
- By pass gástrico
- Hígado graso
- Cirrosis
- Esclerosis sistémica
- Pancreatitis
- Hipotiroidismo
- Diabetes
- Parkinson (1)
¿Existe tratamiento para el SIBO?
El tratamiento del SIBO tiene como objetivo aliviar los síntomas al reducir el exceso de bacterias en el intestino delgado. La forma más común de hacerlo es utilizando antibióticos. Sin embargo, en algunos casos, los síntomas pueden persistir a pesar del tratamiento, lo que sugiere que pueden existir otras razones para los síntomas, como problemas de movimiento intestinal (dismotilidad intestinal), el uso de ciertos medicamentos que alteran la microbiota intestinal, entre otros (3).
Un tratamiento efectivo no solo implica corregir el exceso de bacterias, sino también abordar las condiciones subyacentes que pueden contribuir al SIBO. Hasta ahora, no hay medicamentos aprobados específicamente para tratar el SIBO en los Estados Unidos o Europa. Sin embargo, se han investigado diferentes tratamientos para pacientes con esta afección.
Antibióticos: el método más empleado para tratar el SIBO
El tratamiento con antibióticos es el método de cabecera para tratar el SIBO. Existen distintos antibióticos y no todos sirven para las mismas personas. Algunos de los más utilizados son: ciprofloxacina, norfloxacina, rifaximina y metronidazol. Es importante tener en cuenta que la administración de antibióticos siempre es una cuestión delicada, debe hacerse bajo la supervisión y recomendación médica solamente.
La terapia con antibióticos podría reducir no sólo los síntomas gastrointestinales sino también las manifestaciones de la enfermedad de base si la hubiere, pudiendo mejorar la calidad de vida. Sin embargo, es necesaria mayor evidencia en el tema para tener información con mayor sustento científico (1,2).
Probióticos: ¿son útiles en el tratamiento del SIBO?
No existe aún un consenso sobre si el uso de los probióticos para el tratamiento del SIBO es beneficioso. Se han visto numerosos estudios en los que han resultado perjudiciales, alterando aún más la microbiota intestinal, generando mayor acidosis láctica (es un estado de acidez producido por la fermentación de un tipo de bacterias), lo que contribuye a un mayor desorden de la microbiota intestinal provocando más síntomas (3).
Dieta para el SIBO: ¿existe evidencia suficiente?
Este punto es controversial, ya que aún falta mucha más investigación y evidencia. Sin embargo, se pueden emplear determinadas estrategias para disminuir la fermentación de ciertos azúcares contenidos en los alimentos, que contribuyen a acentuar la afección y los síntomas.
Esto implica reducir la ingesta de alimentos que causan fermentación en el intestino, como ciertas fibras y azúcares fermentables. Algunas dietas recomendadas son bajas en FODMAPs, que son carbohidratos que fermentan en el intestino delgado y pueden causar problemas. La dieta baja en FODMAP normalmente es utilizada para tratar el síndrome de intestino irritable (3,4).
Sin embargo, no está claro si la mejoría que experimentan los pacientes se debe a cambios en las bacterias intestinales o simplemente a menos fermentación y gases en el intestino. Aunque se utiliza la modificación de la dieta en la práctica clínica, no se ha determinado su eficacia absoluta.
Es importante recordar que la dieta influye en el tipo y cantidad de bacterias intestinales de cada persona, es decir en la composición de su microbiota intestinal, y en el SIBO, los cambios en el intestino pueden dificultar la absorción de nutrientes, incluyendo vitaminas, minerales, carbohidratos, proteínas y grasas.
Además, algunas personas pueden tener problemas para digerir la lactosa, pero se cree que es debido al desorden bacterial y no a la deficiencia de enzima lactasa, como ocurre en la intolerancia a la lactosa. Lo cual significa que al corregir el SIBO, se debería revertir esta intolerancia.
Se debe tener en cuenta que algunas dietas populares que se promocionan en internet para tratar el SIBO no cuentan con respaldo científico suficiente para extrapolarlo a toda la población. Se recomienda consultar con un nutricionista especializado en trastornos gastrointestinales, ya que si se adoptan dietas demasiado restrictivas durante mucho tiempo, existe riesgo de deficiencias nutricionales. Teniendo en cuenta además, que los casos más graves de SIBO pueden provocar síndrome de malabsorción, lo que conlleva una deficiencia en la absorción de ciertos nutrientes, lo que puede aumentar este riesgo de deficiencia (4).
En resumen…
Más allá de los factores predisponentes que aumentan la probabilidad de SIBO, y del tratamiento con antibióticos, se debe tener en cuenta que en los trastornos funcionales del intestino, como el SIBO, la disbiosis intestinal (desorden de la microbiota intestinal), el síndrome intestino irritable (SII), etc, influye en gran medida el estilo de vida, es decir: la alimentación, el manejo de las emociones, la actividad física, la calidad y cantidad del sueño. Con lo cual, mejorar estos aspectos del estilo de vida, impacta en la prevención y el tratamiento.
Licenciada en Nutrición Magalí Pezzarini
Nutrición Plant Based y clínica. Nutrición Deportiva.
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Bibliografía
- Satish R, Bhagatwala J. Small Intestinal Bacterial Overgrowth: Clinical Features and therapeutic management. Clinical and Translational Gastroenterology. 2019;10(Oct). Disponible en: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC6884350/
- Sroka N. Show Me What You Have Inside—The Complex Interplay between SIBO and Multiple Medical Conditions—A Systematic Review. Nutrients. 2023;15(Dec):90. Disponible en: https://www.mdpi.com/2072-6643/15/1/90
- Pimentel M, Saad R, Long M, Rao S. ACG Clinical Guideline: small intestinal bacterial overgrowth. The American Journal of Gastroenterology. 2020;115(Feb):165-178. Disponible en: https://journals.lww.com/ajg/fulltext/2020/02000/ACG_Clinical_Guideline__Small_Intestinal_Bacterial.9.aspx
- Souza C, Rocha R, Pinchemel H. Diet and intestinal bacterial overgrowth: Is there evidence? World J Clin Cases. 2022;10(May): 4713–4716. Disponible en: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC9198866/